PRESENTACION DE UNAS MEMORIAS SOBRE GAITAN

                              PRESENTACION DE UNAS LETRAS QUE APARECEN


A manera de introducción del texto sobre JORGE ELIECER GAITAN escrito por RICARDO GOMEZ ARTURO



Para 1954, los ecos del asesinato de Gaitán y de la esperanza que él representaba, todavía resonaban como tambor poderoso entre las nostalgias y frustraciones de la patria, a la espera de la unificación que retomara nuevamente la fuerza por ahora dispersada de los movimientos y las transformaciones, que deberían esperar con ansiedad la llegada del tiempo oportuno en el que pudieran realizarse, o los escenarios del acontecer ciudadano o político en el que se produjeran sus efectos llegado el momento.

En Pasto, en medio de un radical conservadurismo aferrado a las sotanas y a las medallas y jaculatorias milagrosas, un antepasado mio que por herencias ancestrales había mantenido  la bandera perseguida de lo que representaba el liberalismo, ya había tomado la pluma muchos años antes, para denunciar las tropelías de la Casa Arana allá en aquella Amazonía pisoteada que explotaba el caucho de manera inmisericorde, mientras se apropiaba de territorios nacionales entre la apatía o el silencio quizá cómplice de las autoridades regionales y las del país entero, y precedía la leyenda escrita que significaría La Vorágine del gran José Eustasio Rivera, con la publicación anticipada de un librito no muy extenso ni ancho, pero que lograba con la fluidez de sus palabras descifrar la dimensión del genocidio y de las masacres con las que se enriquecían indebidamente los usurpadores, mientras hincaban en la miseria y la denigración a los indígenas diezmados y obligados a entregar el precioso fluido blanco que alimentaba desde las cortezas del árbol la próspera industria de los derivados del caucho, cuando la opinión pública, mientras hacía uso de ellos, desconocía la tragedia que sumía a aquellos pueblos y en particular la del tío de Ricardo, el polifacético José Francisco Gómez Delgado, asesinado traicioneramente para acallarlo, en un playón nocturno y solitario del Río Putumayo por allá en 1905, cuando salía de la tronera con su familia para denunciar, como pretendía, la intolerancia e inclemencia de esos hechos, que tiempo después y ya verificados darían vida a la leyenda funesta y oscura que se conocería como El Paraíso del Diablo.

Fue Ricardo Gómez Arturo, su sobrino y testigo presencial y directo de las explotaciones indebidas que allí se desarrollaban, quien a través de aquel folleto hecho con lágrimas y sangre, retomaría la intención de su pariente y pondría la semilla del conocimiento de lo que acontecía, a un mundo que se conmovió con todo lo narrado exigiendo acciones firmes y definitorias que pusieran término a los atropellos, la explotación indebida, la destrucción de la naturaleza y los asesinatos, guerra con el Perú y tratados de por medio en la que derivó la dirigencia de Colombia.

LA GUARIDA DE LOS ASESINOS había cumplido en su levitada y sutil esencia con el cometido, y colocaba a su autor en el sitial anónimo y momentáneo con que se celebran, se aplauden a veces o se señalan a los escritores de famas perdidas, quedando para la memoria de sus más cercanos su gestión pública como Contralor General del Departamento de Nariño por aquellos años, su fervor hacia Gaitán y sus ideas, que de haberse impuesto en aquellas elecciones fallidas que lo llevarían a la Presidencia de la República quizá le aseguraban un protagonismo directo en la Gobernación del Departamento, en representación de ese movimiento nacional en el que creía y por el que aun desde los púlpitos de entonces, su familia ancestral había sido perseguida y cuestionada por sus ideas liberales, expresadas en sus emprendimientos periodísticos y literarios a través de la actividad tipográfica desarrollada desde la Imprenta Ramírez de los Hermanos Gómez Delgado, heredada de su tío Agustín, después que éste encausó sus potencialidades y aficiones en ella tras participar en forma directa con el grado de Coronel del ejército patriota, en las cruentas batallas de independencia de la enquistada y aferrante monarquía española en la que muchos creían y aún creen en este territorio, quizá con razón o sin ella, aferrados al pasado anquilosante de las ideologías y los resentimientos mutuos, haciendo parte para entonces de las huestes y los batallones de Bolívar.

Pero Ricardo Gómez Arturo entre sus varios intentos literarios, refundidos o perdidos en los anaqueles en los que se destruye el paso del tiempo, escribió y publicó otra síntesis del caudillo asesinado en la que bajo el título: Jorge Eliécer Gaitán. Breves apuntes biográficos del malogrado líder, a través de una prosa vanguardista en la que caben los tintes mágicos de una sutil poesía, plasma una visión de las ideas que enarbolaba el líder, de sus actitudes mantenidas en el tiempo que le deparó la vida, de anécdotas sustentadas que dieron movimiento a sus expresiones y a sus pensamientos, de visiones y reflejos panorámicos de lo que sucedía y sucedió después de aquella irreparable ausencia, hasta llegar al epílogo donde habita para siempre la esperanza, y que no hace decaer la ilusión de alcanzar los sueños y las utopías con que se alimentan los espíritus valientes y transformadores.

Al final del opúsculo Ricardo Gómez Arturo retoma un relato de primera mano que alberga el retrato de un hecho violento: uno de los tantos sucedidos por aquellos tiempos, cuando los matones de siempre llegaban a las fincas con ganas de sangre y deseos de arrasarlas, en razón a que el color político de sus apetencias y de los moradores vueltos ya víctimas, no era azul como el de sus pensamientos salvaje y ferozmente equivocados en los que ellos creían, y que en la actualidad se vuelven cotidianos como parte del paisaje que ya no conmueve ni asombra, reflejando los tentáculos de la violencia desatada que da cuenta por ejemplo de hechos realmente recientes, como el asesinato a mansalva de 6.402 jóvenes, los llamados de Soacha, para hacerlos aparecer como muertos en combate contra las guerrillas izquierdistas; de 6.500 partidarios de la Unión Patriótica por la que en honor a la verdad ahora es sancionado el Estado, por razón de su exterminio del cual algunos todavía huyen exiliados en otras fronteras y otras latitudes, renovada la duda latente de las amenazas y las desapariciones; de operaciones como la cuestionada Orión, en la que caen los que son y no son indiscriminadamente, sin que con su actuación termine el conflicto armado ni las causas que lo producen y que supuestamente buscaban erradicar sin conseguirlo, y sin que nada pase desde el punto de vista de las investigaciones sobre víctimas inocentes o desaparecidas; o del homicidio cobarde y a mansalva de millares de líderes cívicos y sociales de hoy en día, por buscar derechos y blandir equidades en procura de los derechos y aspiraciones de los pueblos a quienes representan; situación como siempre ejecutada con la complicidad y el encubrimiento del Estado y en medio de su silencio y falta de verdad y de administración de una equilibrada justicia; generando todos estos crímenes por el hecho simple de visualizar una realidad que por apabullante no debería negarse y que necesita de tratamiento integral y de transformaciones, pero que continua atándose al pasado y a los intereses y codicias particulares defendidas a sangre y fuego, sólo para no perder las canonjías de los cuestionados sitiales en los que los determinadores se han sentado, y por ocultar una verdad que no por ello deja de ser real y contundente, y a la que realmente temen prefiriendo matizarla tergiversadamente u ocultarla en la manipulación comunicada de los eternos olvidos, y que al auto concederles de manera unilateral licencia para robar o matar a mansalva y exclusivamente, a nombre de caros y superiores ideales que además dilapidan y embolsillan en secreto los impuestos y las arcas del erario público, considerándose por ello liberadores y héroes de supuestos males que aún no han llegado y que lejos están de posicionarse o producirse por la evolución real que ha tenido el pensamiento y las modalidades de plantear gobierno; alimentan la supuesta validez de sus fortunas y les permite vivir de nombres honrosos, y de unas abrillantadas y sepulcrales apariencias.

Aquí está el librito a disposición de quienes alimentan la profundidad del conocimiento, rescatado tras toda una aventura de los refugios en los que habita la indiferencia del moho y el olvido, que desconoce los hálitos, las pasiones, los esfuerzos y las intenciones que albergó el autor en procura de su propia vida y los esfuerzos que hizo para producirlo y publicarlo, y que bien podría hacer parte de esa memoria histórica que pretende rescatarse, para que, conociéndola, asimilándola y entendiéndola sin rencores ni odios, sino con la bandera del aprendizaje y la transformación de las conductas, ya no vuelva a incrementarse ni a repetirse.

Vale la pena tenerlo y leerlo de nuevo, porque así sabremos que los sueños permanecen vigentes y que la esperanza del cambio real y las transformaciones, edificante e integralmente provechosas, todavía no se ha esfumado ni perdido.

A la espera de la respuesta y el interés por conocerlo y difundirlo

Atentamente

HECTOR ARTURO GOMEZ MARTINEZ




 































 














 




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Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Mil gracias por compartir no sin antes felicitarlo por tan hermosa y sencilla forma de escribir, dando al lector motivos para pensa y analizar lo pasado y lo que se esta viviendo.
Dice un adagio... Lo que se hereda no se hurta.... Felicitaciones tiene herencia de grandes pensadores y sabe aprovechar. Un abracito con mucho cariño.

MARTA CERON
Jairo Cárdenas ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Jairo Cárdenas ha dicho que…
Un escrito que hace referencia a una visión y compromiso que. sigue resonando en el presente, recordándonos la importancia de la justicia social y la participación ciudadana en la construcción de un futuro equitativo.
jemaoch ha dicho que…
Es usted familiar de Ricardo Gómez Arturo? Me gustaría poder contactarlo para obtener más información biográfica de él. Agradezco su atención, J. Mauricio Chaves-Bustos jemaoch@gmail.com

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